La osteopatía está regulada en muchos países de la Unión Europea y catalogada por la Organización Mundial de la Salud como una medicina no convencional. Es una profesión en sí misma y no una especialización de otra.
La osteopatía considera la parte física y química del cuerpo humano en su globalidad.
En la consulta la experiencia muestra que es más efectivo y se obtiene un mayor beneficio de la osteopatía si se emplea dentro de una estrategia global de la salud de la persona.
Habitualmente se tiene la creencia de que lo más recomendable para un problema en articulaciones, ligamentos, músculos, etc. es actuar directamente sobre dichas estructuras, pero se debe tener presente que el ser humano no está formado por partes separadas (cuerpo, mente, emociones…) y que dolencias en esas zonas pueden deberse a otras causas que necesitarán abordarse en primer lugar. De lo contrario, es posible que el problema vuelva reiterativamente o no se avance en las mejoras como se necesita.
Por ello, lo correcto es que se emplee este enfoque terapéutico en el orden en que lo necesite la persona en lugar de según parezca que debería ser.
EL DIAGNÓSTICO OSTEOPÁTICO
El diagnóstico osteopático evalúa el funcionamiento del cuerpo humano valorando si son correctas o no la movilidad, postura, tensión, etc. de las estructuras que lo forman (huesos, músculos, articulaciones, nervios, órganos, circulación, etc.) ¿Por qué? Pues porque una alteración en la movilidad de cualquier parte del cuerpo se trasmite a todo el organismo, afectando a toda la persona.
Uno de los principios de la osteopatía es la relación entre la estructura y la función de una zona. ¿Qué significa esto? Que si una zona se mueve de una determinada manera, funcionará de acuerdo a cómo se lo permita dicha movilidad: si se mueve bien, funcionará bien y, si se mueve mal, funcionará mal.