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GIMNASIA EMOCIONAL, NUESTRA ASIGNATURA PENDIENTE

NAEl pasado 25 de noviembre escribía Eduard Punset en su Twitter lo siguiente:

¿a qué esperamos para convertir la gimnasia emocional en una asignatura?

Cada día esta necesidad es más evidente. Prestemos atención a los motivos por los que tomamos o no decisiones todos los días. A primera vista puede parecer que se debe a un análisis mental de la situación, en la que barajamos los pros y contras que puede suponer decidir una cosa u otra.

Vamos a profundizar un poco más ayudándonos de un esquema:

1. Algo nos preocupa mucho o poco. ¿Cómo lo sabemos? Porque sentimos algo en nuestro cuerpo que transmite a la mente que hay que resolverlo.

2. Tenemos tres opciones:

a. Tomar una decisión sobre qué hacer para resolverlo y ponerla en práctica.

b. Mantener las cosas como están porque dudamos qué hacer.

c. Mantener las cosas como están porque pensamos que no hay nada que hacer.

En las opciones b y c es cuando suele aparecer la actitud de la queja y el sufrimiento por impotencia.

3. Una vez adoptada una de las tres opciones, el cuerpo vuelve a emitir mensajes emocionales que el cerebro clasifica como agradables o desagradables. Evidentemente hay muchos sentimientos con sus matices, pero los podemos resumir en los que nos hacen sentir bien o mal.

4. Después de tomar o no la decisión:

a. Estamos contentos por el resultado de la decisión adoptada.

b. Estamos descontentos por el resultado y volvemos al punto uno del esquema.

c.  Seguimos descontentos porque continuamos dándole vueltas al tema.

5. Volvemos a empezar en los casos b y c. En el primer caso, habremos aprendido más allá de nuestras costumbres anteriores.

¿Somos conscientes de que, en realidad, esa decisión viene derivada de la interpretación de lo que creemos que sucederá?

¿Encontraríamos otras soluciones si aprendiésemos a manejar mejor nuestras emociones y lo que nos quieren transmitir?

¿Necesitamos entrenarnos en volver a percibir esos mensajes que nos envía nuestro organismo constantemente y que, en algún momento de nuestra vida, aprendimos a dejar de percibir y de hacer caso?

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